10 Dec
10Dec


Aprender a ser dependiente


 


Es un tema recurrente en mi vida últimamente. Puede ser que me ocurra porque vivo rodeada de gente que, por edad, sus padres o familiares empiezan a ser mayores. 


Cuando somos niños, se nos motiva a ser independientes. Cada paso que avanzamos en la capacidad de hacer las cosas por nosotros mismos suele ir acompañado de alabanzas por parte de los adultos, que nos felicitan "porque nos estamos haciendo mayores" y nosotros nos sentimos orgullosos de nuestros logros. 


Al alcanzar la mayoría de edad y, sobre todo, con la independencia económica, nos sentimos que hemos tomado el timón del barco de nuestra vida. De repente, podemos decidir qué es lo que deseamos hacer con nuestro futuro, asumiendo las consecuencias de nuestros actos. 


Pasan los años. Quizás hemos sido profesionales, quizás hemos sacado adelante una familia, resolviendo mejor o peor los desafíos que la vida nos planteaba. Nos sentimos capaces. Y de repente, con la edad, empezamos a perder capacidades. ¡Qué difícil resulta, no sólo para la persona que lo vive en su propia piel, sino también para el entorno! Nosotros, que éramos el pilar sobre quien se apoyaban cuando surgía algún problema, nos vemos sobrepasados por cosas que, antes, hacíamos de forma rutinaria y sin pensar. Puede darse aquí varias situaciones distintas y, aunque parezca paradójico, pueden darse en la vida de una misma persona: el entorno no se da cuenta de que la persona se ha hecho mayor y sus capacidades ya no son las de antes. A veces, la persona mayor ha sido tan fuerte e independiente, que surge una especie de invisibilidad, de ceguera por parte del entorno. "¿Pero cómo no se dan cuenta de que su madre no está bien?" se queja la nuera, recién llegada a la familia cuando su pareja y sus cuñados no parecen comprender las dificultades de su madre, que los sacado adelante. Otras, la persona se da cuenta que no es ya capaz, pero si bien pide ayuda, está tan acostumbrada a hacer las cosas por mí misma que, otra vez, el entorno no percibe la carencia. Finalmente, en muchos casos, el deterioro va acompañado por una negación, no del entorno, sino del propio afectado,que se encoleriza porque lo vive como que "están haciendo de él un inútil y no le dejan hacer nada." 


¿Cuál es la solución? No hay una única vía. Cada situación requiere de una adaptación a las circunstancias específicas. En todos los casos, eso sí, deberá tenerse en cuenta los sentimientos de todas las personas implicadas, que pueden sentir rabia, frustración, incomprensión, tristeza, descenso de la autoestima, estrés, desprecio... Es un cambio en las relaciones personales. Quien hasta ese momento había sido cuidador o al menos, un adulto pleno, se convierte en alguien frágil, que necesita ser acompañado y ayudado en sus actividades diarias. Este es,sin duda, uno de los grandes retos de las relaciones inter-generacionales.


 


 


Learning to be dependent


 


It's a recurring theme in my life .  It may happen because I live surrounded by people whose, because of their age, parents or relatives are starting to get older.


When we are children, we are motivated to be independent.  Every step we take, doing things by ourselves is often accompanied by praise from adults, who congratulate us "because we're getting older" and we're proud of our achievements.


When we reach the age of majority and, above all, with economic independence, we feel that we have taken the helm of the ship of our life.  Suddenly, we can decide what we want to do with our future, assuming the consequences of our actions. Years go by.  Perhaps we have been professionals, perhaps we have raised a family, solving better or worse the challenges that life posed to us.  We feel capable.  And suddenly, with age, we begin to lose capabilities. How difficult it is, not only for the person who lives it in their own skin, but also for the environment!  We, who were the pillar on which they leaned when a problem arose, are overwhelmed by things we used to do routinely and without thinking. Several different situations can occur and, although it may seem paradoxical, they can occur in the life of the same person: the environment does not realise that the person has gotten aged and their capacities are no longer those of the past.  Sometimes, the elderly person has been so strong and independent that a kind of invisibility, blindness on the part of the environment, arises. "But how do they not realize that their mother is not well?" complains the daughter-in-law, newly arrived to the family when her partner and brothers-in-law do not seem to understand the difficulties of their mother, who brought them forward.Others, the person realizes that he is no longer capable, but although he asks for help, he is so accustomed to doing things for myself that, again, the environment does not perceive the lack.  Finally, in many cases, the deterioration is accompanied by a denial, not of the environment, but of the affected person himself, who becomes angry because he lives it as if "they are making him useless and they won't let him do anything". What's the solution?  There is no one way.  Each situation requires adaptation to specific circumstances.  In all cases, however, the feelings of all the people involved must be taken into account, as they may feel anger, frustration, incomprehension, sadness, a drop in self-esteem, stress, contempt...  It is a change in personal relationships.  Who until that moment had been a caregiver or at least a full adult, becomes someone fragile, who needs to be accompanied and helped in their daily activities.  This is undoubtedly one of the great challenges of inter-generational relationships.


Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.