Cuando más me meto en el mundo #intergeneracional más veo la riqueza emocional que supone. Mi vida misma es la plasmación de que una vida con personas de diferentes #generaciones es posible, enriquecedor y muy muy agradable.
Y sin embargo, hace unos meses pasamos una #crisis familiar. Todas fuimos un poco responsables de la situación. Mi tía, por una parte, como he comentado en otros artículos, no entiendía porqué no podía hacer algunas cosas que años atrás realizaba sin problemas. Mi madre y yo nos poníamos severas, controlando. "Por favor, tía, que el médico te ha dicho que no te agaches." "No, tía, no puedes llevar tanto peso. Tu espalda ya no está para esos trotes." Y mi pobre tía no entendía nada. Trataba de demostrar que todavía era capaz de valerse por sí misma... ¿de demostrar que no era una carga? ¿Era una forma de demostrar no su orgullo, sino el amor que siente por nosotras? Ahora lo puedo ver, pero al principio, no podía.
Sólo veía una mujer testaruda, empeñada en no dejarse cuidar y asumiendo riesgos que para una mujer de casi 100 años como ella, era excesivos.
Hemos necesitado una buena crisis para que la armonía volviera a nuestras relaciones familiares cotidianas. El único que podía intervenir sin que mi tía se ofendiera era el Lobato y en los peores momentos, verle asumir de forma espontánea algunos aspectos del cuidado de su tía bisabuela, era una luz muy necesaria en un mar de tensiones. Todos hemos aprendido de esto, yo la primera. Pero lo más importante es que ahora vuelvo a #disfrutar del tiempo que comparto con mi tía.
Oficialmente cuido de ella...y es una forma de verlo. En realidad, #disfrutamos juntas.
Ayer, por ejemplo, fuimos juntas al cementerio. Es una actividad que #compartimos desde hace años, que nos sirve para renovar los lazos de afecto entre nosotras, para rememorar las anécdotas familiares que nos son entrañables. La semana pasada, a petición del Lobato, tuvimos una tarde de juegos de mesa. Hacía tiempo que no recordaba un momento en familia tan distendido. Mi madre nos gastaba bromas que nos hacían reír, mientras le echaba un cable discreto a nuestra tía cuando se atascaba con las cartas.
¿Sabéis otra actividad que nos encanta cuando estamos juntas? Saborear una buena historia, ya sea en forma de película o de libro. Desde que soy adolescente nos recomendamos libros y suele cogerme prestados los numerosos libros que saco de la biblioteca para la documentación de los libros que escribo. Ella es también una de las primeras que conoce mis escritos. Es una de mis "oyentes" favoritas pues en su rostro se reflejan sus sentimientos, según voy avanzando en la lectura en mi novela. Porque, parece que no, que estoy parada y sin publicar, pero sigo escribiendo. Estoy realmente emocionada con este libro, más extenso, más reflexivo y con muchos más matices que los anteriores. No me gusta avanzar mucho, pero os adelanto que sea una obra coral, sin un protagonista que lleve el peso de la trama, con un hilo conductor muy rico y por supuesto, inter-generacional.