28 Jul
28Jul

Acabo de leer un estudio realizado por investigadores del Grupo GIFES de la Universitat de Illes Balears y la Red Jóvenes e Inclusión (alianza estatal de universidades y organizaciones sociales especializadas en la atención a la infancia y la juventud, sobre los nuevos hábitos de consumo de pornografía en NIÑOS y adolescentes. Sí, he dicho "niños".


Esto genera un cambio en la evolución inter-generacional.
 

Si la edad media de empezar a visualizar pornografía en internet está en 14 años para los chicos y 16 para las chicas, las edades de inicio están bajando alarmantemente a los 8 años. ¿Por qué supone un problema? Bueno, no sólo porque no les corresponde ese tipo de contenidos según la edad cronológica sino porque refuerza comportamientos sociales que no son saludables, sobre todo a nivel de violencia directa e indirecta entre miembros de la pareja o estereotipos de género, por poner dos ejemplos. Los vídeos que visualizan los jóvenes son de corta duración, sin comunicación emocional o afectiva entre los intervinientes (no puedo decir "amantes", ni siquiera actúan para serlo).


 ¿Por qué ven pornografía los jóvenes?


 Por muchas razones: curiosidad, morbo, traspaso de los límites al mundo adulto, ese mundo que les está vedado y oculto. Pero también, siento decirlo (y ahí pongo el dedo en la llaga) porque nosotros, los adultos, no hemos sabido crear una cultura inter-generacional de transmisión de ese tipo de información. Hay información de sobra: libros publicados, miles, unos mejores que otros, bien es cierto, pero todos pueden dar pie a la reflexión. También hay recursos audiovisuales: dibujos animados, muy adecuados para las edades infantiles. Pero falta lo más importante:


 No hay una cultura de hablar de sexo en familia, inter-generacional y cuando se habla es entre bromas y alusiones que no hacen más que reforzar ese comportamiento que deseamos evitar: que los niños y jóvenes prefieran consultar lo que les sueltan detrás de una pantalla que preguntar abiertamente a sus padres, abuelos u otros familiares.


Como mucho se les explica reproducción humana, que "papá pone una semillita en el vientre de mamá" y poco más. Ese concepto de educación sexual está obsoleto porque es limitado. La sexualidad es mucho más que cómo evitar un embarazo o cómo no realizar prácticas sexuales de riesgo.
Hace unas semanas, el Lobato y yo hablamos del amor. Estábamos leyendo libros de caballería: "Yvain, el caballero del León", "Lanzarote, el Caballero de la Carreta" y "Tristán e Isolda". En concreto, recuerdo que le pareció muy raro que el rey Arturo no estuviera "enamorado" de su mujer. Le expliqué que en ese contexto social e histórico, el amor, tal y como lo entendemos ahora no era un factor decisivo para un matrimonio porque primaba más el interés a nivel de alianzas. Fue ahí donde se dio cuenta que la palabra "amor" es un concepto vacío y que cada persona, cada sociedad, cada época histórica puede rellenar esa "caja vacía" que es la palabra "amor" con lo que cada uno crea.
Creemos, pues, situaciones inter-generacionales en las que hablar de relaciones afectivas, de sensualidad, de afecto, de pasión, de respeto, de comunicación. Sino, los niños deberán acabar delante de una pantalla, viendo pornografía, como su única fuente de relaciones afectivas.


¿Los libros de caballería no son lo que a tus hijos les puede interesar?

¡ No pasa nada!! Hay muchas más opciones.

Nosotros ya vimos "La alegría de la vida" cuando el Lobato tenía 4 años y hace un año leímos "El diario rojo de Flanagan" y "El diario rojo de Carlota" sobre educación sexual. ¿Cuáles son los tuyos y los de tus hijos? ¡Ponlo en comentarios y lo hablamos!!
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